LA BIENAL MARGINAL

Silvano Lora y su bienal de todos

Por Diego Renart

Imagen de la primera edición de la Bienal Marginal celebrada en 1992 en el barrio de Santa Bárbara (Santo Domingo).  Fotografía cortesía de la Fundación Silvano Lora.

Imagen de la primera edición de la Bienal Marginal celebrada en 1992 en el barrio de Santa Bárbara (Santo Domingo).  Fotografía cortesía de la Fundación Silvano Lora.

Con sus seis ediciones, la Bienal Marginal (1992-2002) es todavía hoy el caso excepcional, extremo en su concepción, pero prácticamente desconocido en el exterior, que concreta fielmente el pensamiento de quien pergeñara una celebración del arte y de la creatividad a la que un largo camino en la socialización de la expresión artística precedía. Silvano Lora desde los tiempos de la caída de la dictadura en su país (1961) fue líder en Santo Domingo, como es sabido, del grupo Arte y Liberación y, después, durante la Guerra de Abril del 65, del Frente Cultural, verdaderos comandos intelectuales que en momentos de máximo conflicto aprovecharon para desarrollar un cúmulo de actividades artísticas de clara proyección ciudadana y política. El primer precedente serio y sentido de extender el arte a los marginados y su participación fueron estas dos formaciones a las que se unieron otras como El Puño, La Máscara o La Antorcha, y que eclosionaron en el movimiento de los clubes culturales de los barrios durante la década de los setenta. Posteriormente, en su segundo exilio, Silvano fue cofundador en Panamá del Frente de Trabajadores de la Cultura, allí reflexiona sobre la pintura popular a la vez que continúa su labor artística, y a su regreso, tras el sonado recibimiento después de once años de ausencia, su actividad se dispara en la organización de comités solidarios, en la programación del recién inaugurado Taller de la Cultura, y en la dirección de la Comisión de Cultura del Partido Comunista Dominicano y sus actos de «Arte Público», antecedente directo de los «Encuentros Poéticos de los Sábados» en El Conde peatonal.

Años de viajes, de luchas y de compromisos internacionales en los que defendió en multitud de ocasiones y foros la importancia y la legitimación del arte popular, bruto, pobre, pero no ingenuo: Por un Circuito de la Marginación (XVIII Bienal de São Paulo, 1985), Arte Marginal (Fundación Gulbenkian, Lisboa, circa 1979) o Los Espantapájaros del Sur (I Simposio Iberoamericano de Escultura, Santo Domingo, 1985), fueron las aportaciones teóricas que desembocaron, debido a su historial compromisario, en la organización de la Bienal.

El fundamento de esta manifestación descansó, según Silvano, en el descubrimiento por parte de Apollinaire, de Picasso, de los surrealistas, del arte alejado de los cánones, declarando el artista que durante mucho tiempo esta producción fue consignada al campo de estudio de la antropología, de la etnología y de otras ciencias. Recuperación que se realizó no por azar, en palabras de Óscar Grullón, en el barrio capitaleño de Santa Bárbara, el primer barrio marginal de América, la parte de atrás del Alcázar de Colón, donde encerraban a los esclavos antes de ser vendidos en la plaza, por lo que la primera edición se celebró en oposición a la celebración del V Centenario del Descubrimiento de América, como respuesta al deterioro y al hacinamiento existente de los límites de la Ciudad Colonial de Santo Domingo; aunque, en todo caso, enmarcada en la programación del Forum Científico Cultural 500 años.

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